miércoles, 11 de abril de 2018

Primeras Escuelas Coloniales















El acceso a la educación en la época colonial se limitaba a las primeras letras, en las escasas escuelas mantenidas por algunos conventos, parroquias y cabildos. Sin embargo, pocos podían asistir a estos establecimientos, que además no contaban con la infraestructura adecuada. Gran parte de la formación se realizaba al interior del hogar, en el caso de la clase alta, o bien en los talleres, en calidad de aprendiz de algún oficio, o en las labores agrícolas.

Una de las primeras instituciones de educación formal que fueron fundadas en los primeros años de la colonización española de la isla, fue la que establecieron los frailes de la Orden de San Francisco en el 1502 en la villa de Santo Domingo. Esta fue el resultado de una cédula real dirigida al gobernador Ovando, era una casa donde se juntaban dos veces por día los niños de la población y el sacerdote les enseñaba a leer, escribir y la doctrina cristiana con mucha claridad.

 
















En el 1506 se dispuso que el Maestrescuela de Santo Domingo leyera Gramática a los hijos de los vecinos y que se procurase que los hijos de caciques la aprendiesen. Por Real Cédula del 24 de febrero de 1513 se dispone que los hijos de los caciques de La Española sean enseñados en el arte de la gramática y otras como la ciencia. En el 1518 por la Real Cédula se les concede pasaje a los frailes y estudiantes que quiere pasar cada año a Santo Domingo a enseñar y dar hábito.

El proceso de inserción de la educación formal en la realidad de la colonia sigue haciendo acto de presencia al discurrir del tiempo, alcanza uno de sus puntos más elevados en marzo de 1530. Por medio de las gestiones de Fuenleal el 22 de diciembre de 1529 queda fundado el Colegio de la Ciudad.

Los documentos y referencias de los testigos de la época dan cuenta de la existencia de la educación primaria, algunas que podrían calificarse de media; pero sobre todo la existencia a partir de la tercera década del siglo XVI de la educación universitaria.
Uno de los pocos documentos que ilustran el estado de las escuelas sostenidas por el Cabildo y particulares, proviene de un informe que data de 1803. Fue realizado por el Oidor don Manuel de Irigoyen, comisionado por el Presidente de la Real Audiencia, don Luis Muñoz de Guzmán, debido a las numerosas denuncias y acusaciones tanto de crueldad en los castigos infligidos por los maestros a los niños, como del abandono en que se encontraban las escuelas, y el poco provecho que sacaban los alumnos de la enseñanza impartida.

Para poder mantenerse, las escuelas utilizaban los ingresos provenientes de los alumnos más pudientes, estando estrictamente prohibido el cobro a los más pobres.

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